Dicen que un viaje se vive tres veces: cuando lo planificas, cuando estás viajando y cuando lo recuerdas. ¿Cuándo fue la última vez que hiciste las maletas y saliste a ver mundo? No es necesario que te vayas muy lejos, ni que te gastes mucho dinero. Incluso si tienes poco tiempo, puedes irte cerca de tu cuidad, al campo o al mar. Sea cual sea el destino, el simple hecho de cambiar de aires y de rutina no puede tener más que beneficios para tu salud mental. Eso sí, cuanto más lejos esté el destino y más tiempo pases allí, ¡mucho mejor!
– Elige el destino según el tiempo que tengas para tus vacaciones. ¿Tienes dos semanas, un mes o incluso más? Opta por irte a otro país o…¡a otro continente! Si tienes poquitos días, no pasa nada, Se pueden hacer muchas cosas sin irse muy lejos. Lo importante es desconectar.
– Si no conoces a nadie que tenga unas semanas libres pero te apetece hacer algo, ¿por qué no te lanzas solo/a a la aventura? Una vez allí, puedes apuntarte a actividades para entretenerte y conocer gente. ¿Qué es lo que te está frenando?, ¿El miedo a relacionarte?, ¿El sentirse solo/a durante el camino?, ¿Estar lejos de casa?
– Si tu economía no está a tu favor, puedes empezar a hacer una pequeña hucha a lo largo del año. Hazte un presupuesto orientativo y fija una cuantía fija mensual que deberás ahorrar. Cuando lleguen tus vacaciones lo agradecerás.